A pesar de todo, ahí continúan ganándose la vida puesto que el sueldo de la mina es infinitamente mejor que el de cualquier otro trabajo en la ciudad. Sin darme cuenta, al mirar el reloj me percaté de que llevaba más de una hora dentro de la mina. Para poder verlo teníamos que trepar por una rampa de arena y polvo. A falta de respirar aire puro en las inmediaciones de los Andes me conformé con imaginármelo viendo una postal.