Aloma sitúa en varias dimensiones la perspectiva del lector, por un lado la parte que he comentado de la súbita cercanía con la una persona en el monstruo capitalino, por otro el desconocimiento específico y la inocencia de la madre primeriza -pero resuelta, a pesar del temor por el parecido entre una piña y un suriken- y la parte más estrafalaria de la ausencia/presencia de lo tradicional y lo impostado en el centro de las grandes ciudades, llegando a la comparación volcánica entre una bata de trabajo y un traje Wonder Woman.